La región del Bierzo es una zona de cultivo minifundista debido a que las propiedades han pasado de padres a hijos y en cada una de esas cesiones las fincas se han ido fraccionando cada vez más. Algo muy similar a lo que ocurre en Borgoña. Como ejemplo de ello, tenemos este exquisito vino de una bodega nacida en el año 2.000, que se nutre de cepas de más de 60 años de edad, donde la vendimia de los racimos de mencía se hace racimo a racimo y que posteriormente descansa en barricas de roble francés y americano durante 9 meses. El resultado es un vino redondo, un vino que gusta a todo el mundo y que está hecho para disfrutar en cualquier ocasión. De color picota y borde granate. De capa media-alta. Aroma a fruta roja y negra madura, confitada, roble cremoso, tostado, especias dulces y toques de pimienta. En boca es potente y a la vez delicado, fresco, frutoso, balsámico y equilibrado. Un vino que año tras año no defrauda. Una apuesta segura.
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