La historia de Alfredo Maestro sigue el modelo de aquel que, en un momento concreto de su vida, deja su trabajo en el mundo de las finanzas para dedicarse a lo que más le gusta hacer: la elaboración de vinos. No vinculado a la enología, se inicia en este mundo de una forma autodidacta, leyendo libros de enología y viticultura y empezando a elaborar vinos, primeros con uvas compradas y posteriormente con sus propias viñas, siempre siguiendo los cánones de lo que aprendía en esos libros. Pero no le convencían los resultados y empezó a alejarse de las normas y las técnicas, comúnmente aceptadas por la gran mayoría. Al cabo de pocos años, se va dando cuenta que si lo que quiere es
que el vino cuente de forma fiel la historia que traen las uvas en sus
entrañas, por lógica cuantas menos cosas añadidas al mosto, más fiel
será la imagen de ese vino a su origen. Por lo tanto poco a poco fue
eliminando los productos accesorios y exógenos al vino durante las
elaboraciones, crianza y embotellado, llegando a la actualidad a hacer
vinos tan solo con uva, viñas bien cuidadas y tierra sana. Defensor a ultranza del trabajo manual en el campo, para ello utiliza animales, del tratamiento natural de la viña y como paso final la agricultura biodinámica para un desarrollo sostenible del entorno. Vid y tierra se cuidan hasta el más mínimo detalle, pero siempre desde el respeto al medioambiente. Fruto de ello son vinos naturales, sin artificios. Una vuelta a los orígenes. Dentro de Castilla y León, trabaja en distintas zonas y con distintos tipos de uva. Este vino es 100% tempranillo de la zona de Peñafiel. De color picota, ribete violáceo. Aroma intenso a frutos rojos, frutillos del bosque, floral, violetas. En boca es fresco, frutoso, palote de fresa, arándanos, retrogusto balsámico. Muy fácil de beber. Puro néctar. Explosión frutal. Brutal.
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