El nombre de esta emblemática bodega Riojana
viene de la unión de los apellidos de sus fundadores, Luís Valentín y Carmen Enciso.
Empezaron con 100 barricas, comprando toda la uva y tratándola en instalaciones
alquiladas. De este modo consiguieron 24.000 botellas en la primera cosecha, la
de 1998. Hoy disponen de su propia bodega donde elaboran cerca de 120.000
botellas en cada cosecha, con uvas que, en parte, son cultivadas por ellos
mismos y en parte son controladas en acuerdos con viticultores. En Bodegas
Valenciso sólo se elabora un vino por cosecha, siempre Reserva. De ahí su lema: "una bodega, un
vino, una marca". Buscan vinos elegantes, finos y donde la fruta esté
siempre por encima de la madera.
La cata, o mejor dicho master class, estuvo dirigida por Luis Valentín, donde nos
hizo un breve recorrido de la bodega desde sus orígenes a la actualidad,
amenizado con divertidas anécdotas y un conocimiento exhaustivo del tipo de
madera que se utiliza en las barricas donde descansan sus vinos. 6 fueron los
vinos catados:
Valenciso blanco 2017. 70% viura y 30%
garnacha blanca de viñedos viejos que permanece 8 meses en barrica de roble
caucásico. De color amarillo. Suave en nariz a cítricos y panadería. Untuoso en
boca, cremoso y balsámico. Largo.
Valenciso tinto 2012. 100% tempranillo que
fermenta en depósitos de cemento y permanece 19 meses en barricas de roble
francés. De color cereza y borde granate. Aroma a fruta roja y negra, fruta
madura, suave tostado, cacao y finos mentolados. En boca es fresco, frutoso y
con una viva acidez. Mejorará con el paso en botella.
Valenciso 2007, diez años después.
Tempranillo de la cosecha del 2007 que se embotella diez años después y que
durante ese tiempo, la mitad lo pasa en depósitos de cemento y la otra mitad en
barricas de roble del Cáucaso. De color picota y borde granate. Muy expresivo
en nariz a fruta confitada, punto floral, especiado. Complejo. En boca fresco, frutoso,
con una acidez vibrante que lo mantiene vivo. Fino y elegante. Todo un vinazo.
El que más gustó a los presentes.
El final de la cata fue un divertido juego
sobre cómo afecta el tipo de madera utilizado en cada barrica sobre un mismo
vino. En este caso, un mismo tempranillo de la añada 2012, que permanece 14
meses en barricas. Uno lo hace en roble americano, otro en roble francés y otro
en roble ruso. Las diferencias aromáticas y gustativas diferentes, pero todas
buenas. Ahí depende del gusto del consumidor. Mientras que el roble americano
aporta aromas a coco y especiados el francés da notas de vainillas, frutos
secos y clavo, mientras que el ruso da características más balsámicas y
mentoladas. En definitiva tres grandes vinos.
Poco más se puede decir de esta gran velada
impartida por una persona sencilla que derrocha conocimiento y pasión por los
cuatro costados. Gracias Luis.
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