Miguel Martínez, reconocido por Tim Atkin en
su informe anual sobre Rioja 2018 como enólogo del año, es un joven elaborador
artesanal, fiel a la filosofía ecológica y biodinámica. Miguel defiende una
visión etnográfica de sus vinos, lo que le ha llevado a investigar y recuperar
variedades autóctonas de Rioja y elaboraciones tradicionales como el supurado,
un vino dulce a base de uvas deshidratadas que elabora en el pajar de sus
abuelos, tal y como hacían sus antepasados. Sus viñedos están repartidos en
distintas parcelas de la sierra de Moncalvillo, todas ellas a altitudes entre los 500 y los
800 metros y en las inmediaciones de Sojuela, lugar donde hay una reserva de
mariposas en la que se encuentran la mitad de las especies de toda la península. En
todas sus etiquetas hace un guiño particular a estos lepidópteros. Además del
tempranillo y la garnacha tinta, cultiva la maturana tinta y la mazuelo, la
garnacha blanca y el tempranillo blanco. Las elaboraciones son diversas buscando
siempre la singularidad de cada viñedo y cada variedad y haciendo coupages
fuera de lo que estamos acostumbrados en
Rioja. Este blanco está elaborado con tempranillo blanco y garnacha blanca. De
color pajizo con reflejos verdosos. Aroma a floras blancas, pera, manzana,
limpio y fresco. En boca es frutoso, cierta estructura, equilibrado y de paso sedoso.
Largo. Prometedora bodega. A seguirle la pista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario