Esta es la historia de Julia
Casado, joven e inquieta murciana que compaginaba su formación de
violonchelista con los estudios de ingeniería técnica agrícola en la
universidad de Orihuela. Su trabajo de fin de carrera fue sobre vino y
aprovechó para hacer prácticas en una bodega del Palatinado. Allí descubrió que
lo de estar entre viñas era lo suyo y se puso a estudiar enología. Después hizo
un máster en sostenibilidad, se fue a Cuba a estudiar agro-ecología, hizo más
prácticas en Vega Sicilia, se fue al valle de Uco en Argentina, luego a Uruguay
y, finalmente, regresó a Murcia, su tierra. Tras una pequeña prueba en 2013, se
lanzó a elaborar su propio vino, La del Terreno -así es como los paisanos
llaman a la monastrell– en la añada 2015. Lo hizo en solitario y desde cero,
comprando la uva y las barricas y alquilando un espacio en una bodega de
Jumilla. Elabora vinos sinceros, sin agroquímicos, sin aditivos ni maquillajes,
fieles a la variedad y al paisaje que los ve nacer. Son vinos únicos ya que
cada añada se vinifica de forma diferente. En ésta del 2017, utiliza un
95% de monastrell y el resto son variedades autóctonas de la zona. Permanece en
foudres de roble francés de 500 litros. De color picota, ribete violáceo. Aroma
intenso a fruta roja y negra madura, especias dulces. En boca es potente,
frutoso, sabroso, cierto fondo vegetal que le aporta la fermentación
tradicional sin despalillar pero que en ningún caso afea el conjunto, cierta
estructura y frescor. Evoca a los vinos de pueblo. Soplo de aire fresco en
Bullas.
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